Vínculo

Cuando estoy totalmente perdida y no sé por dónde empezar me refugio en el Diccionario etimológico de Corominas. Intentaré que me vuelva a salvar.

Vínculo, del latín vinculum que quiere decir atadura.

Y como cada vez que uno escribe e intenta decir algo está en posición analizante me autorizo a asociar. Y la atadura me lleva a la prisión del fantasma… no, no se preocupen, no voy a volver a eso, ya hablé de despertar al otro hasta la coronilla y por el contrario, los voy a dormir y nada me interesa menos que eso.

Ya concluídos mis tres años como A.E, la invitación me lleva a hacer el esfuerzo por iluminar un punto que no había abordado desde esta perspectiva:

Mi vínculo con el partenaire.

El fantasma, mi locura y mi atadura en tanto la que vivifica al Otro y al otro, me llevaba a la convicción de "ser imposible de dejar". Si lo reparo, lo animo, lo despierto… sin el sujeto el otro no funciona, desanimado y dormido.

Me sabía insoportable de la mano de "siempre una de más", sin embargo estaba la convicción de "imposible de dejar". Hoy puedo decir que el modelo de vínculo que sostenía mi lazo a mi pareja fue el "modelo fantasmático"[1], es decir, cuando la pareja parece responder a un fantasma del sujeto. Siendo el partenaire un personaje del escenario fantasmático que da la impresión de complementariedad.

Un real: cumplir 40 años. Desencadenó la discordia entre mis siempre 18 y el real confirmado en la imagen frente al espejo. Vacilación del fantasma y angustia.

Hacia el final del análisis, la perturbación de la interpretación del analista empuja a la formulación: "el otro se las arregla perfectamente sin mí".

Asoma fuertemente el amor como aquello que diferencia al partenaire de un puro síntoma, fue el amor lo que permitió saber hacer con las discordias.