Pregunta a Angélica Marchesini
LN: Desde la perspectiva del pase ¿Qué cambió y qué se mantuvo inalterable en el vínculo amoroso?
Angélica Marchesini: E. Laurent señala que le resulta odiosa la concepción del psicoanálisis que iría de la ilusión a la desilusión. Que uno acudiría a análisis con sus bellas esperanzas, con los sueños de un mundo por cambiar, con la posibilidad de ser feliz y que, pasados por la centrifugadora, y luego de unos cuantos años extenuantes y fatigados, uno finalmente termina desplomando todas esas ilusiones.
En análisis no encontré "La máquina para ser feliz", aludiendo a la ironía de Charly García, pero él logró devolverme el encanto y contar con cierto grado de libertad.
El análisis nos da la oportunidad de poder escribir otra cosa, y tiene consecuencias en el vínculo con el partenaire de la vida amorosa, con los Otros, con la Escuela. Entre las mismas personas los vínculos van cambiando, y van configurándose anudamientos diferentes.
Durante el tiempo de duelo en la relación con el partenaire amoroso, pude reconocer que aún algo me retenía. El apego al objeto de goce era un objeto que habitaba ese Otro, sustentando el fantasma. El objeto que hacía existir en el Otro era un medio para acceder a un goce. Pude advertir en momentos de impasses cómo el partenaire entrañaba una presencia de goce y cómo en esa proximidad al Otro se habían confrontado los modos de gozar en la discordia.
El síntoma aísla, no hace lazo y no es tarea fácil que deje su condición de goce autoerótico, algo queda, En ese aprés coup intervino el analista, apuntando que "todo giraba alrededor de una pérdida anticipada". Asumir la pérdida de objeto me hizo admitir que el partenaire estaba en la dirección del síntoma. El partenaire se llevaba adentro.
Consentir en ser el síntoma del partenaire amoroso es, al mismo tiempo, consentimiento y deseo propio. Fue a partir del partenaire que pude realizarme como síntoma, reconocer la propia alteridad, en un matrimonio que es –como dice Lacan- una ficción.
Antes uno se quería EN el Otro, pero luego -de la separación de objeto, del desapego, del duelo y de la recuperación de ese objeto para uno-, uno quiere AL Otro. El amor está presente en el engranaje del nuevo funcionamiento. Cuando se logra descompletar el síntoma del Otro, el síntoma se afloja y el lazo se fortalece.
Y uno se pregunta, entonces, ¿qué fue lo que cambió? Lo resumiría en una frase: "Mientras más separados, más juntos". Uno no pretende que el Otro se iguale a uno: lo que se busca es, más bien, igualarse a su síntoma, no al Otro. Y lo que resta, ese goce opaco, que no cambia, se desagota en el vínculo al Otro. Lacan lo llama el vínculo del discurso, es un vínculo de los que hablan.
Miller dice en El ser y el Uno, que no se puede hablar de subjetividad, sino de subjetividades singulares, no hay identificación unificadora. El Otro continúa siendo diferente, disentimos, nuestros modos de gozar no coinciden y estamos desemparejados. Esto se puede extender a la Escuela, al Otro social.
Pero, volviendo al partenaire amoroso, a diferencia de los tiempos previos a la separación, y el duelo, ahora hay tolerancia. Se aceptan las diferencias, y, además, yo ya no aspiro a la similitud. Sí existe afinidad en el modo de vivir, y la decisión de dejarnos tranquilos.
En esos nuevos anudamientos basta con concordar en lo importante, en los valores, en las bases que sustentan ese vínculo de fondo. No hay ofrenda, renuncia, privación, sacrificio. Tampoco hay defensa, sino una entrega sin retaceos, una vez que desaparece el lugar del Otro. Otros hay.
En el corazón de la Escuela, también anida la diferencia. Justamente lo problemático es tender a la igualdad que suprime las diferencias. Siempre habrá una discordia, pero mientras más separados estemos de la palabra del Otro, más receptivos estaremos para escucharla. Así, bajar el nivel de las identificaciones, mantiene con vida el poder del lenguaje y uno puede dejarse transformar por la palabra del Otro. Si el analista prescinde de la barrera de las preferencias sobre los modos de gozar, y se despoja de las identificaciones, ya nadie representa más a nadie. Y la satisfacción que se obtiene permite la integración a una causa común
El psicoanálisis logró entregarme una cuota de libertad, con el partenaire Escuela, y todos los Otros. Y la nueva relación al partenaire amoroso ha pasado a ser un vínculo más simple, más modesto, un lazo que requiere de las palabras y se refugia en la humorada. Un nuevo amor que me pulsiona.