De la perífrasis a la ironía
por Guillermo A. Belaga
Me resultó interesante encontrar la mención que hace Freud en "Tótem y Tabú" [1] a la perífrasis. A ella recurre en el capítulo de los tabúes nominales, para explicar el fenómeno en que algunas culturas hacen uso de esta figura retórica en lugar de pronunciar el nombre propio, como condición del lazo social.
Sabemos que el mito de "Totem y Tabu" trata de la renuncia pulsional como lo menciona Freud en el "Malestar de la Cultura". Es decir, un modo de plantear como la prohibición y el uso del lenguaje organiza comunidades de goce, dando lugar también a la segregación.
Asimismo, esta cuestión que se vincula al bien decir, se puede pensar a partir de la homología entre mecanismos de defensa del Yo y los tropos y figuras de la retórica que hace J. Lacan en el texto de "La instancia de la letra..."[2] en donde menciona algunas de las siguientes: la perifrasis, el hipérbaton, la elipsis, la suspensión, la anticipación, la retractación, la negación, la digresión, la ironia.
En conexión, Freud hace equivaler el carácter a los mecanismos de defensa. Así, esta coincidencia, dá una matriz para hablar del lenguaje pasional -entre la pulsión, la defensa, etc.- a partir de la definición del yo como aparato retórico.
A su vez en una pasión están en juego: la pulsión, la relación a otro, el narcisismo. Cuestiones que pueden constatarse si se piensa en las psicosis pasionales, que además permiten distinguir que a diferencia de la pulsión que se satisface en su recorrido a través del objeto, la pasión tiene una fijeza total, un enlace a un objeto. De estos casos surgen retóricas pasionales concretas que se pueden extender a la clínica en general: retóricas del amor, retóricas de los celos, que pasan por la demanda, pero que no se confunden con la pulsión.
Ahora volviendo al tema de la perífrasis, la misma consiste en utilizar una frase para decir lo que podría expresarse con una palabra, como ejemplo podría citar el "he tenido que ir" que es una perífrasis respecto a "He ido". La figura ilustra de este modo las "muchas vueltas" del sujeto, el "poner palabras de más" para amortiguar la relación del enunciado con la enunciación.
Esta descripción apunta a marcar un trayecto hacia otra de las figuras retóricas que menciona Lacan: la ironía.
La misma como figura del pensamiento, afecta la lógica ordinaria de la expresión y consiste en oponer el significado a la forma de la palabra. Una manera en la que se comprueba es cuando se declara una idea de tal modo que por el tono se pueda comprender otra contraria.
Así, la ironía marcaria como una "inadecuación" del sujeto a una comunidad lingüística. Por ejemplo, volviendo al punto anterior del "poner palabras de más", una cierta relación irónica quiere ser aquella donde se dice lo que hay que decir, pero no se tiene con eso la relación que tienen los demás.
Sin dudas, se debe mencionar dos conferencias de J.A.Miller que desarrollan la cuestión. De la primera luego publicada bajo el título de "Ironía"[3], resulta una tesis del lenguaje en Lacan, donde se destaca que el lenguaje es capaz de borrar cosas del mundo, de hacerlas desaparecer. Aquí, la psicosis con sus alucinaciones negativas, enseñan sobre esa negativización de la realidad producida por el lenguaje.
Con respecto a este efecto en la experiencia de las neurosis, el mismo podría cumplirse una temporalidad, el peso de la diacronía, y así toparnos con: "el tiempo de la pérdida de la Cosa por el Lenguaje".
Y también, la ironía tiene su afinidad con el saldo cínico que "marca" todo final de analisis, por comprobarse mas de lado del inconsciente real, y de la verdad-mentirosa.
Luego, en la segunda intervención, comenta la conveniencia de una adhesión irónica a la comunidad analítica[4]. En este caso, Miller la plantea a partir de una disyuntiva de Thomas Mann: o ser irónico, o ser radical. Argumentando en oposición lo siguiente: que ser radical es terminar por sacrificar todo al ideal, mientras que la ironía, que no toma un lado sin tomar el otro, respetaría las contradicciones de la vida que negaría el radicalismo.
En otras palabras, la ironía desdobla al Otro: uno entiende el sentido superficial, cuando el otro entiende el sentido al revés, como se debe entender. Dividiendo al Otro, separa lo exotérico de lo esotérico, lo que trae como consecuencia una práctica de la secta, aislando de la sociedad, la comunidad de los que entienden la ironía.
Por último, agrega que la comunidad analítica debe ser irónica hacia las autoridades sociales: tener la reverencia necesaria hacia esos poderes, y siempre mantener distancia e irrisión.
En resúmen, retomando la cuestión de la neurosis como falta de ironía, un saldo de la cura es que: como se puede ser serio y cómico , también es posible ser irónico y radical.
Como conclusión podemos citar a J. A. Miller en su curso "Un esfuerzo de poesía", donde puede imaginar una clínica de la neurosis "como un carencia de ironia, o sea, como creer excesivamente en lo que el significante conlleva, en vez de ironizarlo; tomarlo en serio, en vez de jugar"[5].
Junio de 2018
NOTAS
- Freud, S. "Tótem y Tabú". Obras Completas. Tomo II. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1973. Pág. 1753
- Lacan, J. "La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud". Escritos 1. Pág. 501. Ed. Siglo XXI, Bs. As. 1988.
- Miller, J.A. "Ironía". Uno por Uno, Rev. Mundial de Psicoanálisis Nº 34. Mar-abr. ´93, Bs. As. pgs. 6-12.
- Miller, J.A. "Nueve facetas de la comunidad analítica". Mas Uno Nº2, publ. de la EOL, Bs. As., Agosto 1997, pgs. 18-25.
- Miller, J.A. "Un esfuerzo de poesía" Buenos Aires: Paidos, 2016, pag. 276