Identificación y sexuación
por Vera Gorali

Fotografía de Griselda Lozano
Cuando en los comienzos de su enseñanza Lacan introduce los registros imaginario, simbólico y real, el concepto de identificación tomado de Freud se diversifica. Lo simbólico predomina sobre los otros registros; sin embargo la identificación simbólica se reduce prácticamente a la identificación que define la posición sexuada. La pregunta por el sexo se responde desde la identificación simbólica en lo que respecta al sexo masculino. El problema para la mujer es que el sexo femenino tiene carácter de ausencia, de agujero, con la consecuente falla en la identificación simbólica. Debe suplirla con una identificación imaginaria y entonces toma como base la imagen del otro sexo debido a la prevalencia del falo tomado como elemento simbólico [1]
Se produce un giro teórico cuando de la lógica significante, del tener o ser el falo y de la relación entre los sexos Lacan pasa a la lógica del goce, del no todo fálico y a la ausencia de relación-proporción sexual.
Del enlace entre demanda y deseo para representar la relación de pareja se desliza a sostener la identificación al objeto a, centro del nudo. Escribe las fórmulas de la sexuación, en las que descubre el goce suplementario femenino. Esta escritura dará paso a "las únicas definiciones posibles de la parte hombre o mujer para quien se encuentra en la posición de habitar el lenguaje". Lacan conserva la idea de que la mujer debe pasar por el sustituto que es el hombre para tener acceso a ese Otro que ella es para misma. [2]
Lacan retoma el tema de las identificaciones y del partenaire sexual, del cual dice que puede ser el síntoma y por lo tanto lo que se conoce mejor. Al mismo tiempo afirma que una mujer puede ser síntoma de un hombre. Este vuelco conceptual se soporta del predominio de la idea de cuerpo y de su ajenidad cuando el ego no sostiene su imagen lo suficiente como para que el parletre se haga una idea de sí mismo como cuerpo.
La escritura del nudo apunta a articular cuerpo, lenguaje y real por el síntoma singular.
El goce autoerótico tendrá encuentros contingentes porque "la partida que jugará con sus partenaires no depende de estos últimos sino de su propio goce", a saber la relación originaria de la identificación a su propio síntoma. [3]
NOTAS
- Lacan, J. El Seminario 3 Las Psicosis, Buenos Aires, Paidós, 1984
- Lacan, J. El Seminario 20 Aún, Buenos Aires, Paidós, 1998
- Laurent, E. El reverso de la biopolítica, Buenos Aires, Editorial Grama-Navarín 2016