El Psicoanálisis y la Discordia de las Identificaciones

Identidad, identificación, desidentificación, identidad sinthomatica | XXVII Jornadas Anuales de la EOL
Frutos y cáscaras

Identidad, identificación, desidentificación, identidad sinthomatica

por Fabian Fajnwaks

Identidad, identificación, desidentificación, identidad sinthomatica
Fotografía: Adriana Fanjul

¿El sinthome permite fundar una nueva identidad? Si así fuera, ¿en qué consiste y qué lugar ocupa en la serie que hemos aislado en el título de esta pequeña introducción a la cuestión? Es necesario, en todo caso, e imprescindible diferenciar esta identidad de las identidades con que viene el sujeto al análisis, y que encuentran su fundamento en su asujetamiento al Otro, para despejar lo que implica una identidad que se reconoce en el resto de goce irreductible que el sinthome permite anudar.

En la primera clase del seminario L'Insu, Lacan se pregunta: "¿En qué consiste este reconocimiento[1] que es el análisis? ¿Sería o no identificarse a su sinthome?". Por cierto, Lacan no avanza estas preguntas sin una cierta precaución, tal como Jacques-Alain Miller en su lectura de este pasaje lo afirma en su curso sobre El ultimísimo Lacan: "este reconocimiento no sería identificarse, tomando sus garantías, una especie de distancia, identificarse con su síntoma?" Jacques-Alain Miller señala cuanto "las garantías" en cuestión no pueden ser ya tomadas del Otro del que uno se separa y son más bien a considerar del lado del sentido-gozado aislado en el análisis y del hecho de confirmar que se trata más bien de apoyarse en el Uno del goce y no ya en el Otro. "La distancia" en juego es la que permite el análisis, un pasaje del Inconsciente al sinthome, del Inconsciente transferencial a la "Una-equivocación".

Miller propone en esta clase de su curso[2] dar a "identificarse con su sinthome" el valor de "reconocer la identidad sinthomatica de cada uno", y hay que reconocer que si se aborda al análisis como un "reconocimiento", es decir como una exploración, incluso una investigación, sentidos todos estos que la palabra "repérage" tiene en francés, la pregunta de Lacan tiene su pertinencia en el sentido justamente de lo que quedaría al final de un análisis como resto de esta exploración, y en lo que uno podría reconocerse, una vez habiéndose desidentificado de todos los significantes que le vienen del Otro. Jacques-Alain Miller llama en esta clase "las escorias heredadas del discurso del Otro", a todas estas significaciones de las que uno se desembaraza en el análisis. De este modo la "identidad sinthomatica" permite reconocerse hacia el final de la cura, una vez que uno ha "arreglado su cuestión con el Otro, y que esto ya no le hace a uno problema"[3] y esta identidad se inscribe en el final del análisis pensado ya en la perspectiva del Uno del goce, que caracteriza el Ultimísimo Lacan.

Puede parecer hasta cierto punto sorprendente que Lacan hable de "identificación" respecto del sinthome y que Jacques-Alain Miller traduzca este identificación en "identidad sinthomatica", ya que el término mismo de "identidad" no es analítico: Se trata más bien de reconocerse en este nudo de goce que el sinthome permite cernir a partir del empuje del Uno pulsional para cada uno y no, por cierto, de una identidad fundada en un significante Amo, o una modalidad de goce que el sujeto toma del Otro, sea este el de la alienación o el de los significantes Amos identitarios que pululan en nuestra civilización. Del mismo modo que "la una-equivocación" acentúa la dimensión unaria del goce en oposición a la alteridad aun presente en la perspectiva del Inconsciente transferencial o la del síntoma, la identidad sinthomatica en cuestión supone reconocer en este resto lo más singular que un ser hablante tiene y en este punto lo más opuesto también a poder establecer una segregación donde unas identidades sean privilegiadas sobre otras. Punto fundamental también que hay que acentuar hoy: Constituye una singularidad auténtica, a oponer a toda pseudo singularidad basada en el "Yo", en la persona, en la pertenencia a una comunidad de goce común (los "queer" por ejemplo ) o aun, en el último invento que han encontrado las tecnociencias en su loca, porque "sin consciencia", progresión: Una singularidad algorítmica, basada en los algoritmos que en Big Data (aun una figura del Otro…) codifican las trazas de nuestros recorridos en Internet, y pronto recogerán la información de nuestro cuerpo gracias a la implantación de sensores…

Podría parecer una paradoja terminar un análisis con un acontecimiento que toma al cuerpo de manera tan masiva como el vértigo, aunque este sea muy puntual y discreto. Un elemento real se deja cernir en este resto sinthomatico. Reducido a este resto pude reconocer en él mi identidad sinthomal, aquello que nombra lo que ha quedado como saldo del abandono del Otro y las escorias de su discurso.

Lo que ya existía como mareos, jaquecas debido al trabajo forzado del pensamiento, y la tendencia a un cierto desequilibrio producido en zonas de turbulencia por la angustia, se encontró reducido al acontecimiento de cuerpo que constituye el vértigo. Este fue tomando cuerpo a lo largo del análisis de manera concomitante al abandono progresivo de las identificaciones y al reconocimiento de los significantes que estructuraban estas identificaciones. Aferrado al Otro, mi posición fálica encontraba su reaseguro en ser alguien de excepción, porque "había nacido luchando contra la muerte" como se me dijo en el momento en que se me reveló el "traumatismo de mi nacimiento", y a partir de allí, "un falo un poco idiota". Una vez reconocido el plus de goce que recuperaba en esta posición, solicitando la mirada del Otro al que me medía, y medía lo que creía ser mi saber, el circuito mismo mostró su cara insensata revelando el carácter mentiroso de la verdad de creer que sabía. Lo que sabía desde siempre, que buscaba hacerme reconocer por la mirada del Otro, no pudo ser cernido hasta que me topé con el carácter de demanda de esta mirada. Y cuanto esta demanda vehiculizaba una dimensión pulsional, de la que me defendía a través de una palabra a menudo vacía. El análisis operó una reducción sensible de goce, permitiéndome cernir este circuito, encontrándome al final, divertido por este imprevisto desenlace de mi análisis, con el vértigo como saldo final de esta operación. El Uno que el eco en el cuerpo de los decires del Otro había marcado se encontró así aislado y reconocido: llegaba al final del trayecto del análisis.

El vértigo condensó la posición de Hillflosigkeit fundamental en la que me encontraba de ahora en más, habiendo abandonado al Otro, ya sin angustia, o con esta como mera señal, eventualmente, pero ausente en el acontecimiento de cuerpo mismo.

Encontramos a partir de aquí una partición que permite ordenar, del lado del Otro, sus decires que condensan en significantes presentes en los síntomas del sujeto y en sus identificaciones ("el idiota" y el de "excepción" en mi caso). Y del lado del Uno del goce autista, el sinthome que el vértigo permite nombrar fallidamente, porque la solución sinthomatica depasa en verdad este acontecimiento de cuerpo. La identidad que el sinthome permite reconocer no es la que permitiría identificarse a él, en un movimiento alienante del parlêtre, sino más bien lo que uno adviene una vez reducidas las ficciones y las verdades con que uno se ha embrollado.

Reconozco en ella una tenacidad, un "no largar", "no aflojar" que son los restos sinthomaticos de la tenacidad que me ligaba al Otro, a quien no quería largar la mano. De ahora en más se trata de "sostenerme" en un equilibrio más o menos estable, pero decidido, donde hacer existir al psicoanálisis ha devenido unos de los elementos que me permite engancharme, ya de otra manera, a partir de una elección, al Otro de la Escuela y el de la civilización. No lucho ya contra la muerte, frase insensata que alimentó un Superyó que me mantenía enganchado al Otro, en la ignorancia de toda causa, lucho porque el psicoanálisis exista a partir de este rasgo de tenacidad que no me permite bajar la guardia. Haber reconocido este rasgo, habiendo situado el circuito de la pulsión en el análisis me permitió escuchar de otro modo y dirigir las curas con esta otra brújula: poder llevar a otros hasta ese punto en que se reconoce lo más real que uno tiene, más allá de los embrollos de la palabra.

El vértigo como acontecimiento de cuerpo viene a marcar que se puede también caminar al revés, otra forma de nombrar lo que constituye un "grano de locura" y quien camina al revés, como lo dice el genial Paul Celan, "tiene el cielo como abismo". A veces esto da un poco el vértigo…

NOTAS

  1. repérage en francés. Lacan, J. L'Insu…. (Inédito).
  2. Miller, J.A., El ultimísimo Lacan, Buenos Aires, Paidós. Clase 14 de marzo de 2007.
  3. Miller, J.A. Curso 2010-2011, El Ser y el Uno.
XXVII Jornadas Anuales de la EOL