El Psicoanálisis y la Discordia de las Identificaciones

Elogios a las discordias | XXVII Jornadas Anuales de la EOL
Frutos y cáscaras

Elogios a las discordias

por Gustavo Sobel

Elogios a las discordias
Fotografía: Laura Arroyo, una línea como sostén

La discordia tiene mala prensa, altera, preocupa. Cuando ella se manifiesta algo se tensa, la agresividad se hace presente. No sucede lo mismo con su antónimo la concordia que se presenta como un bien que tranquiliza, la anhelamos. Al plantearlo de este modo estamos en el orden del sentido, en el orden imaginario en que este significante se sostiene. En cambio, si nos orientamos por la consistencia del orden simbólico se la puede hacer valer como el signo de que algo nuevo está sucediendo.

Si nos guiamos por la historia, las discordias acompañan a la emergencia de los acontecimientos que marca un cambio en ella, el "odioenamoramiento" se vuelve signo de lo nuevo, del giro del discurso. Sin ir más lejos, en la historia del movimiento psicoanalítico, las discordias se hacen presentes en sus puntos candentes. El acontecimiento Freud no se produces sin ella, hasta el escándalo, al sacudir la moral victoriana. En la década del '50 el "Retorno a Freud", propuesto por Lacan, es causa de la gran discordia en el seno de la IPA (institución que hace de la concordia un bien supremo) y que la lleva hasta su excomunión. Vale aclarar, aunque resulte obvio, que la cuestión no es reversible y que la promoción de la discordia, por sí misma, no conduce a lo nuevo.

Más allá de los amores y odios que Freud y Lacan han generado, se trata de ubicar a la emergencia de las discordias como el signo de haber logrado cernir un trozo de real y producir allí una nominación en el agujero que sus discursos hacen consistir. Para uno, es lo que designa como la "Pulsión de muerte", para el otro lo que nombra como la "No relación sexual".

Cuando Lacan afirma "Hagan como yo, no me imiten" nos plantea un desafío; el de la necesidad de generar un lazo social capaz de producir un saber acorde al real que está en juego en la experiencia analítica. Nos propuso para ello tres conceptos fundamentales: la Escuela, el pase y el cartel. La enseñanza de Miller nos orienta en este punto con la elucidación de su legado y su reelaboración permanente en la Escuela Una.

Celebremos las buenas discordias, las que anuncian que lo vivo del psicoanálisis late en las ciudades.

XXVII Jornadas Anuales de la EOL