La discordancia en el amor
por Gaby Camaly

"Entre estos dos términos que constituyen, en su esencia, el amante y el amado, observen ustedes que no hay ninguna coincidencia. Lo que le falta a uno no es lo que está escondido en el otro. Ahí está todo el problema del amor. Que se sepa o no se sepa no tiene ninguna importancia. En el fenómeno, se encuentra a cada paso el desgarro, la discordancia. Nadie tiene necesidad, sin embargo, de dialogar, de dialectizar, sobre el amor –basta con estar en el tema, con amar- para estar atrapado en esta hiancia, en esta discordancia".
Seminario 8, La Transferencia, Paidós, Bs As, 2006, p.51
En el Seminario 8 Lacan se detiene en la diferencia entre el objeto del amor que queda envuelto por nuestros fantasmas y el ser del otro que el amor quiere alcanzar. Todo amor pretende producir "la metáfora del amor"[1], esto es, que el deseo del amante despierte de tal manera el deseo del amado que éste a su vez se convierta en deseante. Ese es su anhelo más profundo porque lo que el amante quiere en el otro es su ser de sujeto, su deseo. Las mujeres sabemos bien lo que esto implica en las vicisitudes del amor. Los hombres en cambio oscilan entre obtener el amor de una mujer y el empuje a tomarla como el objeto de su satisfacción. Pero en ambos casos, el "milagro del amor"[2] es estar inmerso en la creencia de la existencia de la relación sexual, de haber encontrado el partenaire que hacía falta.
Sin embargo, detrás de las bambalinas del amor, Lacan señala la paradoja que concierne al lazo amoroso, "de lo que se trata en el deseo es de un objeto, no de un sujeto"[3]. Por consiguiente, la experiencia del deseo es que el verdadero objeto no es aquél que se cree desear, el que Sócrates lleva en la barriga y del cual él no es más que un envoltorio, sino el lugar hacia donde su deseo se dirige. Porque, finalmente, no hay saber sobre el deseo sino desconocimiento[4].
Se entiende entonces por qué, en la cita que me toca comentar, Lacan habla de la "discordancia en el amor". Maravilloso modo de señalar que no hay relación sexual, contrariamente a los anhelos neuróticos de hacer uno con el otro. Basta con estar enamorado para hacer la experiencia de ese desgarro, de esa hiancia. El desgarro de la discordancia remite a la no correspondencia entre el uno y el otro. Ninguna coincidencia.
Tal vez, no esté de más subrayar que Lacan habla de la discordancia[5] en el amor y no de la discordia[6]. Que se entre fácilmente en la discordia es cosa probada. La cuestión es ¿cómo soportar la discordancia con el otro sin entrar en la discordia? Encuentro entonces que la cita del comentario está en íntima relación con el tema de las Jornadas y el problema de la identificación para intentar salir de la discordia de las identificaciones soportando la discordancia con los otros.
NOTAS
- Lacan, J., El Seminario, Libro 8, La transferencia. Paidós, Buenos Aires, 2003, p.
- Ibíd., p. 185
- Ibíd., p. 198
- Ibíd., p. 207
- Discordancia: Disparidad. Disconformidad. Falta de correspondencia o de armonía.
- Discordia: Oposición. Desavenencia. Pelea, confrontación.