El "sí mismo" y el a

"No decimos que el amor comienza por sí mismo, sino que el analista sólo se autoriza él mismo -fórmula que no vale más que para el analista, es decir, una vez que hay analista-. Subrayé que cuando hay analista, cuando surgió del lado del a, no puede autorizarse por el Otro, que valida siempre en definitiva la identificación, a la que justamente es rebelde el quod."
Miller J.-A., Extimidad, Paidós, Bs. As., 2010, p. 141.

La cita se enmarca en lo que constituye el tema del Curso, tal como J.-A. Miller lo presenta: el sujeto entre el Otro y el a. Al inicio de un análisis, el amor. Que no comienza por sí mismo, comienza por el Otro. Es el principio de la transferencia, el amor que se dirige al saber para obtener el objeto "que amo en ti más que tú."[1] Al final de un análisis, "el desvanecimiento del Otro como sujeto supuesto saber desnuda el objeto a."[2] Objeto que se aísla como éxtimo al Otro, que inscribe como principio la producción de un analista del lado del atravesamiento del fantasma y no del lado de la identificación. Entiendo que cuando J.-A. Miller subraya, a partir de la fórmula de J. Lacan de la Nota Italiana, el analista sólo se autoriza él mismo, de sí mismo (cuando lo hay a partir de la experiencia del pase), es para diferenciar el a y el analista de la identificación y el Otro. Se sirve del quod para ubicar el estatuto del a.El quid, constituye el conjunto de las propiedades que califican a un objeto, su esencia. En cambio, el quod, es "simplemente un hay, un hay allí"[3] sin que pueda decirse su esencia. Es una ex-sistencia, que resta cuando se agotan los conceptos, las identificaciones, que lo definen. El a, como el analista, son del mismo orden: una ex-sistencia. El "sí mismo", un nombre del objeto a, otro nombre de lo singular. La llave para despejar el deseo del analista.