Creencia e identificación
por Silvia Ons
Sabemos que Lacan nunca desestimó el estatuto de la creencia y se separó así de una larga tradición que oponía este término al saber Así, en "Acerca de la causalidad psíquica" de 1946 dijo de la creencia: "con su ambigüedad en el ser humano y con su demasiado y demasiado poco para el conocimiento-ya que es menos que saber pero es quizás más: afirmar es comprometerse pero no es estar seguro"[1]
Cerca del final de su enseñanza desconfió de los no incautos y usó el verbo creer en francés "croire" bajo sus dos formas transitivo directo e indirecto. En el directo no hay preposición que separe al verbo de su objeto y en el indirecto la hay como interpuesta. Eligió para dar cuenta de la creencia en el síntoma esta última fórmula orientando la extimidad del síntoma con la de una mujer[2]. Si la primera formula nos encamina hacia una creencia en un contenido que se admite, que se tiene por verdadero la segunda significa acordar, tener por real o posible croire a y lo que es interesante es que la preposición ausente en la primera modalidad puede ser reemplazada por la partícula "y" que en francés alude a lugar lo que nos conduce no tanto a creer en sino a creer que hay un sitio éxtimo al sujeto. Este topos varía a lo largo de un análisis pero la constante radica en la creencia en un sitial ajeno al régimen del yo y en este sentido supone un resquebrajamiento de sus identificaciones. En cambio el primer tipo de creencia nos lleva - ente otras cosas-al camino de la locura como cierre de la brecha introducida por la discordia entre las identificaciones y el ser[3].Vale aquí la famosa apreciación de Lacan sobre la diferencia entre Napoleón y el loco: Napoleón no se cree Napoleón porque sabe por qué medios había Bonaparte producido a Napoleón y el loco sí se cree Napoleón.[4]
Así en el argumento para las próximas jornadas se dice: "¿sigue siendo una elección ética inexorable del acto analítico el desapego de las propias identificaciones para operar sobre el goce singular? Es crucial para los analistas poder captar las consecuencias que pueden advenir hoy de una elección ética de sostenimiento de la creencia en el síntoma, en lo que no anda, en el inconsciente, es decir en las condiciones subjetivas para ser "analizante". Y por otro lado, interrogar otras declinaciones de la creencia en nuestra practica"
Este tipo de creencia se encuentra amenazada en nuestros días tanto por los fundamentalismos políticos como por los fanatismos de la identidad. Ambos siempre segregativos. Hoy constituyen las nuevas resistencias al psicoanálisis y lo que es notable es que se asientan en la declinación de la creencia en la extimidad, pese a aparentar lo contrario .Es que el sujeto contemporáneo es incrédulo pero aferrado a certezas. Por ello el mundo de hoy se acerca a la paranoia algo descripto por Laurent como el sentimiento delirante de la vida opuesto al trágico. En el Seminario "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" dice Lacan[5] que, en el fondo de la propia paranoia, tan animada, en apariencia, por la creencia, reina el fenómeno del Unglauben. El sustantivo que utiliza Freud en alemán para designar esta "incredulidad de origen" del sujeto paranoico es unglaube, que corresponde a la negación de glaube que significa fe y creencia. Fue Freud[6] quién introdujo este término para explicar el mecanismo de la proyección, que es típico en esta afección. Se deniega creencia a un eventual reproche interno, atribuyéndole al prójimo el displacer que ese reproche genera. "El elemento que comanda la paranoia es el mecanismo proyectivo, con desautorización de la creencia en el reproche." La proyección implica no fiarse del inconsciente, rechazarlo, mantener lo que emerge de su fuente, lejos del yo. Es interesante que Freud evoque en este mecanismo una posición subjetiva que desautoriza una creencia, diciéndonos con esto que las formaciones del inconsciente suponen una creencia para ser reconocidas, caso contrario es arrojado" al mundo exterior el sumario de la causa que la representación establece"
Tanto Freud como Lacan nos indican que el paranoico no cree en algo diferente a su yo, ya que- en término lacanianos-para que exista creencia es preciso que también exista división subjetiva, es decir, que el yo admita un orden que lo traspasa. Entonces, podemos pensar que la incredulidad contemporánea es paralela a la égida del yo como punto de referencia de los acontecimientos. No hay creencia, sino certeza relativa a la malignidad de los otros, Lacan nos enseña que cuanto más declina la primera, con más fuerza se instaura la segunda. Si en su obra definiría para la paranoia al goce identificado al Otro ¿ello mismo no revela que cuando no se cree, lo que anima el vínculo es la certeza relativa al goce del Otro? Así, la incredulidad posmoderna, puede darse la mano con el fundamentalismo más extremo.
El auge de las identidades a la que asistimos en estos tiempos hablan de una clara declinación del ideal del yo y de las identificaciones fundadas en esta instancia Para ubicar tal dimensión, es importante rastrear la constitución del yo tanto en la obra de Freud, como en la de Lacan, ya que ambos la pensaron en su relación con el ideal del yo. Para el creador del psicoanálisis[7], este es un término resultante del desplazamiento del narcisismo perdido y de la identificación con los valores familiares y sociales que se han instaurado. Se trata de un modelo al que el yo aspira y, como tal, se proyecta hacia el futuro: es lo que se quiere alcanzar dado que el yo está en falta y el narcisismo, agujereado. En definitiva, el ideal del yo es una instancia que se distingue del yo, a diferencia de lo que ocurría en los primeros tiempos del infante donde, para Freud era todo ideal: el yo ideal:
A causa de las críticas que los padres le dirigen, el niño debió renunciar a ese estado narcisista para proyectarlo a lo que él podría ser si se acercase a la realización de los ideales familiares y colectivos. De ahí que Freud necesite pensar en una instancia que luego formará parte del superyó: la auto observación y la conciencia moral con la que se mide la distancia entre el yo y el idea, su discordia está siempre presente. Será en cambio en la fórmula general de la locura expresada por Hegel y tomada por Lacan donde esta hiancia se sutura como "éxtasis del ser"[8] La novedad hegeliana consiste en que, en el proceso de constitución de la autoconciencia, incluye a la locura en la razón haciéndola corresponder a ciertos momentos particulares de "inmediatez" en los que la mediación de la otra autoconciencia queda olvidada[9].
Ahora bien, si caracterizamos esta época –siguiendo a Nietzsche– en términos de devaluación de los valores que han caracterizado a Occidente, el resultado sería un tipo de narcisismo sin ese arraigo sin esa brújula. Justamente los sujetos desbrujulados son quienes más se aferran a la inflación identitaria .Por último:¿ si las identificaciones pueden franquearse para que advenga la creencia en una extimidad ,lo podrán hacerlo los delirios de la identidad?
NOTAS
- Lacan, J., (1985) "Acerca de la causalidad psíquica, Escritos 1, Siglo XXI, Bs .As.
- Lacan, J., El Seminario, libro 22, R.S.I. Clase del 21 de Enero de 1975, inédito
- Lacan, J., "Acerca de la causalidad psíquica",opt.cit ,p. 177
- Ibid p. 163
- Lacan, J.,(1993) Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, El Seminario, Libro 11, Bs. As., Paidós, p. 246.
- Freud, S.,( 1986) Manuscrito K "Las neurosis de defensa" Obras Completas. trad. José Etcheverry, Bs. As., Amorrortu Editores p. 264.
- Freud, S., (1986d): "Introducción del narcisismo", en Obras completas, t. XIV,Buenos Aires, Amorrortu
- Lacan, J., "acerca de la causalidad psíquica" ,opt.cit, p. 162
- Hegel, G. W. F. (1804): Fenomenología del espíritu, México, FCE, 1985.